Forma parte de las llamadas medicinas alternativas, las cuales se caracterizan por su limitada evidencia clínica en estudios científicos.1 Aparte de insertar las agujas de acupuntura y rotarlas para tonificar o dispersar, los acupuntores también utilizan las moxas. La técnica más extendida es un puro o cono de artemisa que se enciende para calentar el punto o bien se corta un trozo y se coloca en el mango de la aguja, dejando que se consuma totalmente. Los acupuntores utilizan ampliamente esta técnica para el tratamiento del dolor.
La Acupuntura proviene de la Medicina tradicional china. Existen evidencias escritas desde hace miles de años sobre tratamientos acupunturales, definiéndola como una “medicina completa en sí misma”, es decir, es posible tratar cualquier dolencia del ser humano a través de la Acupuntura. La medicina china tradicional considera el cuerpo humano como un sistema de flujos de energía. Cuando estos flujos son equilibrados, el cuerpo está saludable.
Los acupuntores toman el pulso a sus pacientes y pueden llegar a examinar su lengua para diagnosticar posibles desequilibrios de energía. En la medicina china pueden tomarse los pulsos en tres posiciones en cada muñeca y a tres profundidades en cada posición. Hoy en día la Acupuntura está completamente aceptada por la Medicina occidental y, parafraseando la frase de un viejo maestro: “Si la medicina occidental es buena y la medicina oriental también, las dos juntas serán mejor”.
Es habitual que se pueda utilizar la Acupuntura como complemento o como terapia única en función de las dolencias que presente cada paciente: es una herramienta más para devolver la salud perdida a nuestro paciente y una vez que se han sentido sus beneficios, es habitual que quieran que esta Medicina entre dentro de sus recursos curativos.
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