viernes, 16 de diciembre de 2011

YOGA: ANTIQUÍSIMA TÉCNICA DE SANACIÓN




El yoga (del sánscrito ioga) se refiere a una tradicional disciplina física y mental que se originó en la India. La palabra se asocia con prácticas de meditación en el hinduismo, el budismo y el jainismo. Según sus practicantes, el yoga otorga como resultado: la unión del alma individual con Dios, entre los que tienen una postura religiosa de tipo devocional; la percepción de que el yo es espiritual y no material, entre los que tienen una postura espiritualista; el bienestar físico y mental, entre los que tienen una postura racionalista




  • La práctica de Yoga mejora la flexibilidad general del cuerpo. En las clases de Yoga se practican ejercicios para fortalecer, flexibilizar y tonificar todo el cuerpo.
  •  Los ejercicios de Yoga y las posturas sirven para masajear los órganos internos del cuerpo casi sin darte cuenta estarás ejerciendo un suave masaje sobre intestinos, estómago, pulmones y sobre otros órganos internos.
  •  Mejora del equilibrio. Una parte fundamental en la práctica del yoga son los ejercicios de equilibrio, su nivel de dificultad depende no sólo de la postura en sí, si no del estado mental del practicante en el momento de realizar el ejercicio.
  •  La práctica de Yoga beneficia el equilibrio no sólo físico sino también emocional. Mejora de estados anímicos como la ansiedad y el estrés. A través del trabajo físico, de la respiración y de la relajación el Yoga contribuye a mejorar estados de ansiedad, mejorando la autoestima y proporcionando tranquilidad. Eliminación de toxinas y tonificación muscular. Los ejercicios de Yoga, suaves pero efectivos favorecen la eliminación de toxinas de la sangre y los músculos y tonifican de forma integral todo el cuerpo.

Técnica de la relajación consciente: La técnica expuesta aquí debe ser tomada a modo de guía y no rígidamente, puesto que lograríamos el efecto contrario al buscado, puesto que cualquier coerción va opuesta a la distensión, expansión y reposo.



  •  En primer lugar la postura a adoptar es savasana o postura del cadáver sobre el suelo con una delgada colchoneta o frazada de por medio. Consiste en colocarse en posición supina, o lo que es lo mismo con la espalda apoyada en el piso, las piernas separadas levemente, con los dedos de los pies hacia los lados, los brazos se hallan distendidos a los lados del cuerpo separados unos centímetros del mismo con las palmas hacia arriba. 
  •  Se comienza haciendo unas respiraciones lentas y profundas sin llegar a forzar los pulmones. En cada exhalación se debe adoptar la actitud de "soltar", es decir en cada exhalación se debe intentar aflojar, soltar, relajar, las tensiones emocionales y físicas. Es importante esta actitud puesto que permite ir profundizando el estado de relajación general y de distensión psíquica. 
  • Otro aspecto de suma importancia a tener en cuenta es que debe haber en todo momento una atención conciente a todo el proceso de relajación, así como también de los estados mentales. Esto permite la incorporación a la conciencia de la energía que se va liberando progresivamente, produciendo una expansión de la misma y de sus posibilidades. 

  •  Luego se comienza a recorrer el cuerpo focalizando la conciencia progresivamente en las distintas zonas del cuerpo, aflojando dicha zona con la exhalación, y la correcta actitud mental de "soltar". Comenzamos por los pies, piernas, caderas, abdomen, pecho, manos, brazos, cuello y por último cabeza. 
  • Tómense la cantidad de respiraciones necesarias por cada parte del cuerpo. Si así lo siente puede acompañar el proceso con autosugestiones mentales diciendo para sus adentros "relax" o "mi pierna se relaja", etc. 
  •  Tras haber completado el recorrido podemos centrar nuestra atención en la respiración, siendo concientes de sus movimientos y del aire entrando y saliendo de los pulmones. En este punto la respiración no debe ser controlada, sino observada, y dejando que el movimiento se produzca naturalmente.
  •  Lo importante aquí es "estar presentes" siendo plenamente concientes del ahora, de lo que está sucediendo con el cuerpo y con la mente. Todo esto en un estado de "no-acción" o sin esfuerzo. La atención no debe ser forzada, sino que debe flotar ella misma en el océano de la conciencia, en el fluir del aire hacia adentro y hacia fuera, en el fluir de los pensamientos hacia la conciencia y luego de nuevo hacia la inconciencia. 
  •  Cuando sintamos que sea necesario retornar al estado ordinario de conciencia, debemos hacerlo muy lentamente, aumentando la profundidad de las respiraciones, y moviendo levemente primero los músculos del cuerpo, siempre con suavidad, hasta incorporarnos nuevamente.

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